
Autor: Jorge Iván Posada, miembro de la Asociación de Periodistas de la Universidad de Antioquia.
Símbolo del periodismo independiente en Colombia, es un profesional honesto, y para muchos, polémico. Durante los dos gobiernos de Álvaro Uribe Vélez ha sido el reportero más estigmatizado y amenazado por atreverse a ejercer su labor a rajatabla. Tercamente ha insistido, desde su programa Contravía, en mostrarle al país la existencia de un conflicto armado en un contexto donde los medios de comunicación han replicado, sin cuestionar, la idea acuñada por el gobierno: desde el fracaso de los diálogos de El Caguán el país afronta una amenaza terrorista, y ese es el único problema que hay que resolver. Auspiciado por
Pero lo más importante, y es allí donde reside el gran aporte de Contravía, es que las víctimas son las protagonistas de las historias. Realizando un periodismo que rescata lo fundamental, es decir, la reportería, Hollman Morris ha llegado hasta el país rural, subiendo y bajando montañas y navegando ríos, para mostrar a los indígenas, afrocolombianos y campesinos, trabajando, riéndose y protestando en medio de la guerra que todos los días padecen. Contravía obtuvo el premio internacional Nuevo Periodismo Iberoamericano en el 2007, en la categoría de televisión, con el programa Toribío, la guerra en el cauca (2005). El jurado resaltó la relevancia social del tema, la actitud ética del periodista frente a los actores y las víctimas y la estructura narrativa del reportaje. Con su otra apuesta, “por un país con memoria y sin impunidad”, Morris ganó en el 2004 el Premio Nacional Simón Bolívar por la crónica El asesinato de Jaime Garzón (2003), un programa donde evidenció que el DAS había desviado la investigación sobre las circunstancias en las que fue asesinado el humorista y periodista y quiénes fueron sus autores intelectuales y materiales.
Ese mismo año, Contravía fue reconocido como el mejor programa periodístico de la televisión colombiana en los premios India Catalina. Desde ese momento las interceptaciones telefónicas, amenazas y seguimientos ilegales aumentaron sobre Hollman Morris, su equipo periodístico y su familia. Pese a la protección especial de la que goza por parte de
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